¿Quién quiere realmente escuchar la experiencia de otra persona? Prácticamente nadie.
Generalmente, nos morimos de ganas de hablar de nuestra propia experiencia y apenas escuchamos lo que dice el otro.
Y terminamos de hablar y la otra persona ni siquiera escucha, igual que nosotros no escuchamos.
Es un ejercicio peculiar de monólogo.
No es frecuente que podamos intercambiar experiencias.
No es frecuente, y solo ocurre si estamos muy abiertos a escuchar de verdad.
Me gustaría minimizar mis conversaciones sobre mí.
No me pareció muy interesante y no me ayuda a procesar internamente.
Prefiero escuchar y hacer muchas preguntas.
Hace que la otra persona se sienta más feliz y me siento más conectado.
Es una forma por rodeo de tratar a los demás como me gustaría que me trataran.
FOTO DE RAFAEL EDWARDS
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